jueves, 28 de septiembre de 2017

RECONSTRUIR LA IGLESIA

El Libro de Ageo nos habla hoy de nuestra casa, una casa que hemos revestido con madera para vivir comodamente sin tener que percatarnos del estado real, así dice el profeta:

¿Es este acaso el momento de que ustedes vivan en sus casas revestidas de madera, mientras esta Casa está en ruinas? 
Ahora bien, así habla el Señor de los ejércitos: ¡Consideren la situación en que se encuentran! 
Ustedes han sembrado mucho, pero han cosechado poco; han comido, pero no se han saciado; han bebido, pero no han apagado su sed; se han vestido, pero no se han abrigado; y el asalariado ha puesto su jornal en saco roto. 
a Así habla el Señor de los ejércitos: 
Suban a la montaña traigan madera y reconstruyan la Casa; 

Hoy también se cumple esto que profetiza Ageo.
Pero de forma aún mas intensa, hemos conseguido poco con mucho esfuerzo, un esfuerzo mal dirigido a apuntalar en vez de reconocer la ruina en la fe y no me refiero solo a que en la mayor parte de iglesias van solo gente mayor, o que no va gente. Me refiero a cada uno de los creyentes , cada católico y nuestro concepto de Iglesia, una Iglesia tutorizada por gente que no creen tanto en la gente como en la institución, siendo este clericalismo quien hace y deshace, creyendo que tienen solo ellos la potestad de hacer Iglesia. 
Hoy Toca reconstruirnos cada uno de nosotros que somos la Iglesia. No las instituciones,ni jerarquías obsoletas pero necesarias para mantener el sistema institucional eclesiastico y profesional, como una empresa que nos da seguridad por su orden, edificaciones y su dinero, en vez de por su Fe y radicalidad Evangélicas. Creemos que hemos salvado la Iglesia, pero la hemos sustentado por el mundo y no en la fe. Así que el fruto es escaso, pese a todos los medios de que disponemos. Y ya muchos niños y no tan niños, no saben quien era Jesús, en la Tierra que  sembró Santiago.
La la reconstrucción no llega de la destrucción, sino de la regeneración de la fe.
¿Como?
Primero por uno mismo, buscando en la oración la forma de ser coherentes con nuestra fe, eso nos llevará a unir y no a separar, nos llevará a trabajar juntos por el  por el Reino, y hacer un Reino en cada comunidad. Una comunidad compartida y abierta al mundo.
La Parroquia tiene una gran función aquí, no para que esta sea quien dirija y controle los proyectos, sino más bien que sea el centro de todos los proyectos y lugar de unión de las comunidades cristianas, comunidades que deben ser abiertas y en transparencia evitando sectarismos que puede ser peor el remedio que la enfermedad, pues las comunidades que son para si mismas tienen en ellas el final y las tibias son estufas donde todos se calientan al calor de su ego, no hay comunidades perfectas pero por la apertura entra el Espíritu Santo.
La Parroquia se gestionan con autoridad, pero que la autoridad no la de es estatus, sino el servicio y los diferentes responsables de ellos para que todos tengan voz y decisión. Aquí el sacerdote tiene la función de mediación, que no es poco.
El proceso lo ha empezado nuestro Papa Francisco luchando contra la clericalismo y el acomodamiento del Cristiano, pero esto no vale de nada si nosotros no damos el paso de implicarnos en la reconstrucción de nuestra Iglesia católica.

Dios mediante.

Daniel Almagro.

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