A nadie le impresiona ver cómo convivimos con personas como influencers, coachs, empresas e instituciones, que intentan vendernos la fórmula de la felicidad, a través de sus productos perfectamente desarrollados para este cometido.
Estas personas e instituciones proliferan cada día más, pues tienen un mercado infinito llamado "sociedad del descarte".
Una sociedad de consumo y desecho, con una sed insaciable calmada con vasos refrescantes de salmuera, que aumenta aún más la sequía a través de soluciones aparentes, basadas en una lógica aplastante. Pero la lógica se hizo para el hombre y no el hombre para la lógica.
Me refiero estos planes de satisfacción orgiastica, dirigidos hacia una búsqueda de la felicidad por la comodidad, el ocio, la salud, los negocios y las cosas que un mercado en continuo crecimiento (hasta que agote todo) nos ofrece.
Claro está que ninguno de estos han conseguido el producto perfecto de la felicidad, pues pasa como con lo sillines blandos de las bicicletas, que mientras más blandos son, menos se te hace el culo a ellos y perdón por la expresión. También se podría comparar con la picadura de la ortiga o reacciones dérmicas autoinmunes, que mientras más te arrascas, más te pica.
Por supuesto que para hayar este producto que te venden cómo felicidad, debemos de descartar todo lo que esta sociedad te dicta como negativo o todo lo que para la lógica productiva no le encuentre uso o belleza superficial, que alimente las ansias de perfeccionamiento de superficie. Descargaremos entonces todo lo que no cumple con estos requisitos de excelencia, cómo pueden ser los mayores, los enfermos terminales (fomentando la eutanasia, sin ofrecer más salida, cómo pudieran ser unos cuidados paliativos acordes a las necesidades del paciente), también son descartados (Aporofobia) las personas que sufren pobreza material (la otra , mientras más mejor), los inmigrantes pobres, los enfermos psiquiatricos y unidos a estos, todos los que no siguen el pensamiento único. Este descarte llega a extremos tan duros, que llevan a una madre a descartar (matar) a su propio hijo, en el sagrado templo que debería ser su vientre, si el hijo que viene no es de su agrado o no viene en el momento adecuado. Todo por supuesto justificado con una lógica aplastante, que aplasta todo lo que nos hace humanos. Con esto no quiero reforzar una visión apocalíptica de nuestra sociedad y la culpabilidad estéril que tan bién venden algunos, ni venderos otro producto más. Sólo me gustaría poder dar alguna pista sobre los nuevos caminos que Dios nos ofrece a cada momento y que nosotros no queremos o no podemos ver, porque los hemos descartado, junto con los descartados y nuestra verdadera libertad, que no nace de la lógica, sino del fondo de nuestro ser. Estos nuevos caminos son paralelos a los caminos de los dercartados, cómo empobrecidos, enfermos, niños con capacidades especiales etc.. Y si no tomamos nuevos caminos, nosotros nos convertiremos en el peor de ellos.
¿Pero como podemos ofrecer caminos nuevos desde la ostentosidad de un palacio? ¿O desde una vida que no es diferente al resto de consumidores que se consumen? ¿O desde un camino profesional, como funcionarios de la Fe? ¿O desde un blog como este, si nuestra vida no buscase con todo el corazón vivir nuevos caminos?
¿Cómo si no es desde la respuesta que ya tenemos todos dentro y que es universal, llegando a ella por la espíritualidad?
Este es un momento de gracia, aunque no lo parezca. El virus, el planeta y muchos hermanos están clamando para que tomemos nuevos caminos que salgan de nuestro verdadero "Yo" que necesita muy poco y no de nuestro abarcador Ego, al que nada le parece suficiente.
Ese yo también está clamando para hacernos libres para acoger ese nuevo camino que siempre ha estado esperando ser tomado y que empieza desde dentro. Una vez que empezamos hacernos Conscientes de este camino, ya estamos caminando y si perseveramos, habrá fruto que la comunidad puede compartir.
Daniel Almagro.
Encomienda tu camino al Señor,
confía en él, y él actuará.
Salmo (36) de Hoy / En la calle Hoy.
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