martes, 9 de marzo de 2021

CRISTIANOS DE ORILLA

Vosotros sois testigos de esto.
Lc 24,35-48

Todos conocemos los testimonios de muchas personas que han entregado todo por Amor, viviendo intensamente hasta el final el Reino de Dios en sus vidas, con felicidad, alegría, e ilusión, pese a las muchas dificultades. Recientemente, una niña muy enferma nos regalaba su testimonio de amor, queriendo ser misionera para poder ayudarnos a descubrir lo que ella había descubierto y que la llenaba de felicidad y amor, pese al dolor de la enfermedad, hasta el final de su vida terrenal.
Hoy muchas personas nos invitan a la conversión, llevando una vida sencillamente entregada, pero tan plena de que rebosa amor por todos lados, aunque no sean perfectas o incluso muy imperfectas, pues eso no las impide entregarse.
Digo claro y repito "entregarse", pues desde que vivimos, la vida se nos entrega como un regalo que no nos pertenece. Algunos se aferran a ella por miedo, buscando seguridades y limitando así todas sus acciones e impidiendo que la VIDA en mayúsculas fluya por ellos en todas direcciones. Algunos entendidos incluso creen saborearla o conservarla mejor con ritos, meditación, yoga o rezando de seguidilla, como si así pudieran exprimir la vida y luego beberla como jugo de frutas, para ellos sólos y ahí se acabó todo.
Dicen que así tienen Paz y no se meten en líos. Todo se acepta y todo les resbala, si no les incumbe, lo importante es que nada turbe su Gran "NADA", confundiendola con la verdadera Paz, que es el sostenimiento de un ave que vuela gracias al movimiento de sus a alas y al equilibrio (justicia) que busca incesablemente entre ellas y la brisa del Espíritu.
Pero si no extendemos las alas para volar y buscar ese equilibrio llamado justicia, no tendremos vuelo, ni Paz. Tampoco conversión, ni Evangelio. Nos quedaremos en tierra por miedo. 
En el suelo nos toparemos con los que se arrastran reptando. Miraremos al cielo como algo lejano e inalcanzable y nos encomendaremos a los que han sido testigos y han fallecido, para que hagan ellos el trabajo que no queremos hacer nosotros. Justo lo contrario que ellos querían.

Pero a los testimonios vivos mejor los llamamos locos o revolucionarios. Mejor distancia con ellos, no sean una secta extraña. "Mejor solo fiarse de los que se arrastran como yo por el suelo" y cumplen con lo establecido y sus rituales ya por todos conocidos. Lo primero es la liturgia y si no tienes carnet de profesional de la Fe, no podrás administrar la Fe... Como si la Fe pudiera ser administrada y como si no fuera un don de Dios y el Espíritu no fuera libre de posarse donde quiera. 

Así sólo sostenemos una Fe mediocre, basadas en ritos y milagros, en vez de una Fe de Vida basada en la oración y Vida consagrada a Dios, en el servicio o acompañamiento al Hermano. Hay poderes, sobretodo nuestro Ego, que no quieren que el cristiano de a pié descubra la consagración natural (para todos, pues a ella estamos llamados todos los bautizados), pues pondría en riesgo una institución caduca, no la Iglesia, que somos los que confiamos en la vida que nos enseñó Jesús. (El no tenía ni donde reclinar su cabeza).
Pero de repente, el Espíritu RUAJ, despierta a uno que reptaba y este despliega unas alas que no sabía que tenía, por qué nadie le había enseñado a usarlas. Bueno el Evangelio Si, pero alguien le dijo que eso era sólo para unos pocos. Entonces, el viento del Espíritu hace que levante el vuelo y cambia su "ganarse la vida" en una vida plena, que a su vez, da vida en abundancia, aunque para ello deba renunciar mucho y cambiar su  deportivo, por una furgoneta o transporte público, con tal de poder atender al que está tirado al borde del camino (enfermos, personas en duelo, sin techo, enfermos psiquiatricos, abuelos, discapacitados o "ricos pobres" que no saben volar). Los recoge y se dirigen a un lugar llamado justicia.  Allí encuentran todo lo necesario para mantener o comenzar el vuelo.("Así que buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todas las demás cosas se os darán por añadidura".(Mateo 6:33)) Y entonces suetan el peso que les impide volar y comienzan a compartirlo todo en comunidad, para no tener que llevar demasiado lastre. Desde la altura y con luz, ven a muchos que sufren y a ellos se dirigen. 
Mientras vuelan uno dice:
"Señor, ¡qué bien se está aquí!"
(Mateo 17, 1-9)

Por eso Jesús nos dice con insistencia: "No tengáis Miedo". Caminemos por encima del océano, de su mano. Con poco para no hundirnos por avaricia. En dirección  a aquellos que se están ahogando por la pobreza material o espíritual. Agarremonos con la fuerza de la comunidad y sin tener que llegar a ningún lado, porqué ya habremos llegado. Arriesgemos para acoger al que no tiene ni donde reclinar la cabeza (Cristos), acompañándoles hasta que puedan o quieran volar.
Vivamos cuidando y arriesgando, pues nada tenemos que perder, la muerte corporal llegará sin avisar y sólo nos quedaremos con lo que hayamos entregado.

Comunidad Misión Emmanuel.
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