viernes, 12 de febrero de 2021

TRANSFORMACIÓN & NUTRICIÓN

Y viendo (Juan él Bautista) él muchos de los fariseos y de los saduceos, que venían a su bautismo, decíales: "Generación de víboras, ¿quién os ha enseñado a huir de la ira que vendrá?."(Evangelio de Mateo 3, 7-8)

La palabra en ocasiones puede ser muy dura. "Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír? " (Juan 6:60-69 ). Pero os aseguro que más dura es nuestra cabeza a la hora de entenderla. 
Desde el principio hemos buscado el camino más corto a la hora de satisfacer nuestras necesidades, pero no normalmente lo fácil no suele ser lo mejor. Hemos buscado vivir cómodamente, lo más barato posible, obteniendo un resultado acorde con lo invertido. 
Hemos caído en la pobreza vivencial y espíritual más cara de todas, pues todos sabemos que lo barato, finalmente sale caro.  Tan caro, que se puede llevar por delante toda la humanidad y nuestra casa común, llamada Tierra.
En la Iglesia, a nivel espiritual hemos realizado un trabajo enorme, creando una estructura tan compleja como inútil a la hora de la transformación y el crecimiento espiritual. Eso sí, con la mejor intención y para que nadie se sienta incomodado por la palabra. Un trabajo increíble para que la fuerza del espíritu no cambie nada en nosotros, ni en la sociedad. 
Seguimos buscando lo mismo que buscaban los fariseos cuando pedían a Juan el Bautismo, sin transformación, sin un cambio de sentir, ni de vida. 
Tenemos la moneda y la echamos a la máquina institución, (de refrescos) y recibimos un producto tan agradable a nivel palatable, como vacío a nivel nutricional. Un alimento rico en calorías, llamadas calóricas vacías, porque van directamente a la proliferación grasa y triglicéridos que obstruyen nuestro corazón.
Juan lo sabía y pedía búsqueda de la conversión. 
Así que hoy podemos relacionar Iglesia con poder, palacios, primeros puestos a nivel social, familias acomodadas y un montón de rituales a su vez relacionadas con grandes comilonas, carísimas fiestas (comuniones-bautizos-bodas) etc....
Sé que mis palabras son duras, pero tenemos que ser conscientes del concepto que muchos tienen de nosotros, por lo que han visto, para darnos cuenta de nuestros errores y poder enmendarlos. 
Aún así la Iglesia responde a muchas necesidades y es capaz aún de sostener muchos proyectos aunque esa no sea nuestra labor. 
Me explico, poniendo un ejemplo. 
Hace unos cuantos años, tuve el placer de colaborar en el "Encuentro Madrid" un gran evento anual que celebra la Comunidad "Comunión y Liberación". Allí compartía ponencia con un sacerdote Jesuita, con un importante puesto en lo relacionado a Migraciones en la Iglesia. Habló muy bien sobre el fenómeno migratorio de estos últimos años, pero cuando llegó a ofrecer soluciones, respondió como lo haría cualquier empresario que tuviera que dar respuesta a un fenómeno parecido:
"Tenemos que organizar una infraestructura para dar respuesta a este fenómeno". Algo se encendió en mí. Entonces no pude más que reaccionar, mi experiencia en la acogida me había hecho ver, que la integración de estas personas no la consiguen grandes infraestructuras, sino pequeños corazones.
Respondí: "Creo que la infraestructura ya las tenemos. Son cada una de las personas que forman parte de la Iglesia".
Pero esta infraestructura de carne y hueso es mucho más difícil preparar, que una nueva organización con normas y formas creadas para esto.



Lo primero que tenemos que saber si queremos cambiar algo, es que nosotros no tenemos ningún poder para cambiar a nadie. ( Ni lo queremos). 
La energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma y esta, sólo tiene una dirección muy clara, que es de dentro hacia fuera. (Lo de fuera no puede hacer puro, ni impuro a nadie). 
Por lo tanto debemos de cuidar lo de dentro y de esto rebosará el recipiente.
El cuidado viene de la oración, pero no de cualquiera, recordar que Jesús nos aconseja usar pocas palabras o ninguna, porque el padre ya sabe por adelantado, lo que necesitamos. Debemos buscar el descampado o al desierto y abrirnos ("Effeta") al Espíritu para que de él y de nuestra intención pueda propiciarse la transformación que durará toda la vida.
"Se marchó al descampado y allí se puso a orar".(Marcos 1,29-39)
Debemos dejarnos acompañar por otros hermanos que hayan vivido esta transformación. A estos los reconocemos por su frutos. Su boca hablará de amor y su vida mucho más. Pues vivirán con poco y confiando mucho para poder servir bien al hermano que le necesite. Trabajará mucho y le acompañarán pocos, pues ya dijo Jesús y esto es para siempre, que la Misión es mucha y los misioneros pocos" 
Habrán sido rechazados en ocasiones por la institución, pero eso no les habrá quitado las ganas de servir. 
Estos acompañantes serán el dedo que señala el camino, pero no debemos de mirar el dedo, sino el camino.
Si tenemos la oración y aceptamos ser acompañados, solo falta tiempo y pasos pequeños pero firmes hacía la entrega, pues sólo nos quedamos con lo que damos y esto no es nuestro, sino de todos.
La transformación habrá empezado, pues habremos plantado la semilla. Luego tendremos que regar y nutrir nuestra tierra con sabiduría, espíritu y oración. Pero no olvidemos que sin Sol nada puede crecer y este no depende de nosotros, pero Él siempre está por muchas nubes que lo oculten.
Cuando el fruto esté listo, tendremos que dejarnos triturar por el mundo si queremos ser bebida de salvación, fresca y verdaderamente nutritiva para nuestros hermanos. 
Y así unos alimentarán a otros (Él les dijo: "Dadles vosotros de comer"). Hasta que un mundo justo sea posible.

El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.
Juan 6:55-71

No basta con buenas intenciones, ni sirve el seguir ninguna doctrina, si no buscamos un cambio sincero de nuestras vidas. 
Las conversiones y el número de bautizados no dicen nada, si no aceptan el bautismo de fuego, que pasa por vivir intensamente y desde dentro el Evangelio.
La conversión será también visible por fuera, compartiendo vida con los que el mundo detesta: Pobres, sucios, extranjeros sin salida, niños descartados por tener un gen de más, enfermos infectados que no tienen nada al salir del hospital.... Pues son ellos los preferidos del maestro y nosotros sus alumnos.
Despertar y seguir buscando la comodidad es incompatible. Si es así no habrás transformado nada, sólo habrás recorrido algo del camino, pero poco. 
La transformación te hace sentir con intensidad al otro, cómo si fueras tú y no podrás quedar impasible a su carencia. ¿Buenos coches, buena casa, viajes de placer, cenas de lujo? ¿Para qué? Eso ya no te llenará, te llenará poder estar con quién te necesita y para poder acompañarlos en este viaje para crecer juntos, pero libres. Ese será tu mejor regalo.

Siempre estaremos abiertos a acompañar a quien quiera seguir este camino de hacernos Nuevos.

Daniel Almagro.

Jesús contestó:
«En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios».
(Juan 3, 1-8)








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