jueves, 22 de abril de 2021

PERTURBADORES DE LA FUERZA

Y viendo él muchos de los Fariseos y de los Saduceos, que venían á su bautismo, decíales: Generación de víboras, ¿quién os ha enseñado á huir? (Mateo 3, 7-8)

Los perturbadores de la fuerza reconocen la fuerza, la buscan y van hacía ella, pero la fuerza no cala en ellos. Pueden bautizarse, pero el agua viva no empapa sus complejas e impermeables vestiduras. Sienten el Espíritu, pero el espíritu no puede actuar en ellos, aunque si pueden interferir en la percepción de otros, de hecho no cesan de hacerlo como medio para la autoafirmación, algo que necesitan de continuo para mantener su montaje cara al exterior. 
Los más inteligentes llegan a desarrollar una destreza realmente eficaz a la hora de interferir en la percepción de la fuerza. Y mientras mejor manipulan, más perjudicados resultan, no por la fuerza del espíritu, sino por las suyas, entrando así en una espiral autodestructiva, sólo atenuada por el dolor que produce cada caída al devolverles a la realidad de forma temporal, ya que no tardan en regresar a las andadas, a través de un victimismo crónico que refuerza su versión y visión de su problema, que suele ser el sistema, la gente, sus amigos si los tienen, los grupos que los aceptan o cualquiera que no le sigua el agua.
Esta manipulación y perturbación del medio es lo que los diferencia del verdadero buscador, que llega con humildad, reconoce verdaderamente su pobreza y se deja acompañar, aunque sea un acompañamiento difícil por los hábitos aprendidos.

El perturbador no es malo, pues nadie lo es. El problema es que no son ellos, sino una percepción distorsionada de ellos mismos, que defienden a ultranza por miedo a ver sus carencias y conocer sus intenciones. Realmente son víctimas, pero de ellos mismos. Son dignos de misericordia pero si les das la mano te la devorarán.
No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las huellen con sus patas, y volviéndose os despedacen. (Mateo 7:6)

¿Entonces que podemos hacer si aparece alguien así en nuestras vidas?
Evitar la confrontación es vital para no reforzar su victimismo. Lo ideal es lo llamado la "No intervención" que es el acompañar sin caer en sus continuas llamadas de atención, sin dejar de escucharles, marcando límites de forma natural y real, para que no acaparen las reuniones ni las conversaciones con sus historias de autoreafirmación, que son realmente buenas y estudiadas.
No olvidemos que ellos suelen ser muy inteligentes, reconociendo a quienes pueden herirles, aunque sea intentando ayudarles, reaccionarán al dolor como un animal herido, sin ningún tipo de control, pudiendo desmesurar su respuesta de forma irreversible. Pensarán que todo el que les descubre quiere hacerles daño y se lo harán, como el Yodo en la herida. 
¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios”.
Pero Jesús lo increpó, diciendo: “Cállate y sal de este hombre”. (Lucas 4, 32-37)


Realmente sólo ellos pueden curarse, pero es muy difícil, sobretodo cuando alcanzan una edad, ya que suelen haber creado entorno hostil que refuerza su visión de víctima que debe protegerse y regocijarse en un sufrimiento igual a su descontrolado ego. 
En su interior buscan salvarse como los fariseos que van a bautizarse con Juan, pero su afán de reafirmación y el miedo a aceptar lo que verán les impide mojarse en nada que no sea directamente o indirectamente alimento para su ego.

Pero en ocasiones pueden perder el miedo si ven que son aceptados, perdonados y abrazados como son realmente, pero antes habrá que mantener a raya a todo su No Yo, su montaje caerá por sí mismo tarde o temprano y cuando caiga debe sentirse aceptado.
Lo malo es que es esto puede llegar cuando su vida sea de difícil reconstrucción.
Aún así será algo extraordinario, que merecerá la pena siempre, aunque sea en el último segúndo de su vida en este mundo.

Lo más limitante de todo es el daño ocasionado así mismo y a su entorno. 
Los perturbadores de la fuerza no pueden utilizar la fuerza, pero si pueden inhibir la actuación del espíritu en la gente, convirtiéndose en auténtico vampiros energéticos. Además esto refuerza aún más su montaje, creando una falsa sensación de control sobre otros. 
Es la víctima que hace víctimas.
Si logran una relación, será de dependencia o inmadura. 
Pueden llagar a enfermar a las personas sobre la que ejercen el control o simplemente influencia, y como casi todo lo hacen, no lo hacen  de forma consciente. Una peculiaridad es la de la invasividad con la que suelen actuar en cualquier comunidad con la que puedan relacionarse, introduciéndose gradualmente en las vidas de los miembros hasta ejercer influencia. Tengamos en cuenta que ellos buscan huir del encuentro con su verdadero Yo y miran siempre  hacia fuera. Vidas de otros a los que intentará ayudar sin éxito, provocando una respuesta siempre negativa.

El acompañamiento de estas personas no pueden realizarlo, amigos o familiares, pues ellos ya tienen una respuesta y defensa para cada uno. Tampoco será fácil para un desconocido, ya que pueden llegar a engañarlos si no son personas lúcidas. No hay mejor embustero que el que se ha convencido a si mismo.

Nunca olvidemos que ante los pobres, la única opción es la misericordia*.
Sólo así podremos ser canalizadores de la transformación.

Daniel Almagro

(Misericordia: Poner corazón (-cordia)en las miserias (Miseri-) de cada uno, empezando por la nuestra.












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