Siendo fiesta del Sagrado Corazón de Jesús no podemos mas que aceptar la invitación a unirnos al son de su latido, todos al unisono, dejándonos amar como El nos ama y amando con verdadero amor entregado. No como ama el mundo, regalando lo que le sobra, sino entregándonos como El hizo, hasta DAR DE LO QUE NO SE TIENE, confiando siempre en El. Entonces compartiremos sus espinas, no con el afán de sufrir, sino con el de alcanzar la mayor de las alegrías, que es la de vivir intensamente en su presencia, alcanzada por el servicio a su cuerpo en el de nuestros hermanos.
Los hermanos que son como preciosas rosas que nos engalanan con Su presencia y no hay nada mejor que amarles, en la realidad, en el día a día de nuestras vidas. Amar hasta que duela y si no duele no es real, porque TODAS LAS ROSAS TIENEN ESPINAS y mientras mas se acerquen a tu corazón mas se te clavarán, como se le clavaron a Jesús, pero el dolor se transforma en alegría en Su presencia y nos hace sobrellevar todo. Pero el dolor del primer pinchazo siempre te lo llevas y tenemos que estar dispuestos a no endurecen nuestro corazón con tal de evitar el dolor.
Un corazón de piedra no puede bombear ni alimentar con Su sangre a todos los que viven en la tristeza y en la superficialidad del mundo.
En la cogida del inmigrante también compartimos sus espinas y duelen mucho pero merece la pena vivir en Su presencia, en su alegría pese a lo que pese y si no es así, no es verdad ni es acogida de la persona en su totalidad.
FELIZ DÍA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS.
Daniel Almagro.
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